miércoles, 8 de noviembre de 2017

Un camino de libertad

Leer, escribir, escuchar es abrir para nosotros y para otros un camino de libertad.


 La lectura: un encuentro entre la voz y las palabras
Un lector, para no sucumbir en el mar que el otro es (...) construye con instrumentos
de su subjetividad, busca en la complejidad de sus piezas las herramientas
emocionales, intelectuales y desde allí aprehende los trazos del otro
y los significa, les da un sentido.”
Ángela Pradelli

Estimados colegas docentes:
En esta oportunidad desde el Plan Provincial de Lectura y Escritura queremos abordar puntualmente la lectura como una experiencia de expresión y juego que invita a romper la lectura monocorde y que surja naturalmente la lectura expresiva, personal e interpretativa.
De esta manera, en esta edición de Lecturas Situadas proponemos recorrer el camino de la experimentación, jugar con las palabras e ir encontrando su musicalidad, transmitir las profundas y diversas sensaciones que un texto encierra, apropiarse de lo que se lee y hallar la propia manera de comunicarlo dejando de lado cualquier estereotipo.

El encuentro con la propia voz y la de los otros
En un taller de lectura, antes de abordar un texto en voz alta, es importante proponer al grupo que se atreva a soltar la voz. Estamos convencidos que la clase en general y -en este caso, los talleres específicos de lectura- son espacios donde
se debe propiciar la participación individual y colectiva, donde todos sepan que su voz es necesaria y tan valiosa como la de cualquier otro miembro del grupo, que serán escuchados, que la forma de expresarse de cada uno -lejos de ser rechazada- será incluida, valorando su rica diversidad.
Entendemos la propuesta de un taller de lectura como el espacio por excelencia para equivocarse, no saber pronunciar una palabra o desconocer un significado que no es de uso corriente. También reconocer que una primera lectura generalmente es dificultosa y precisamente leer varias veces un mismo texto (esto no significa de ningún modo la repetición idéntica) va a dar seguridad y relajación a quien lee.
Así como la escritura de un texto no es algo terminado, la lectura tampoco lo es. Pensemos, ¿de cuántas maneras podemos leer/decir un mismo texto? La respuesta es clara: tantas como personas lo hagan. Además, una misma persona puede abordar una lectura de diversas maneras y provocar distintas reacciones y llegar a la emoción -sea cual sea- más por la forma de decirlo que por las palabras en sí. Animarse a ese juego, a variadas interpretaciones, entender que si no hay formas únicas de leer entonces no hay errores, o quizá el error es pretender un decir “modelo” que destroza cualquier acercamiento a lo esencial del texto: la esperanza, la picardía, los miedos escondidos tras las palabras.
La experiencia, el juego, la creatividad serán los caminos para que se manifiesten esas u otras intenciones y sentimientos. Tomar conciencia de cómo llega cada palabra, su sonoridad, nuestro latir al ritmo de lo dicho, los silencios, la apropiación de lo leído; es decir, hacerlo como si estuviera escrito para que nuestra lengua lo pronuncie y para que encienda y modifique a cada uno de los que escuchan.
La escritora Ángela Pradelli, en “El sentido de la Lectura”, afirma: “El lugar de la lectura se vuelve poderoso cuando abre las compuertas de las aguas, propias pero detenidas en un estanque, y asume la riqueza de sentidos y la multiplicidad de matices. Ese poder de la lectura está en darnos siempre más. Más ojos para mirar el mundo, más corazón para comprender lo que es ajeno a nosotros. Nos multiplica en lo que sentimos y hace proliferar el pensamiento, la duda, la curiosidad.” (pp. 56-57)
Leer es más que seguir ciertas reglas, es involucrarse con lo leído, hacerlo con toda la emoción del momento, percibirse y percibir al otro, levantar la vista para encontrarnos con la mirada de los otros que han sido modificados por la lectura y, a su vez, modifican al que lee en esa comunicación de palabras y silencios. Ciertamente, una lectura de estas características no se logra bajo el imperativo de “leer expresivamente, comunicar emociones, sentir cómo la voz ocupa el espacio”; es necesaria la experimentación, perderle el respeto a las “formas correctas” de decir, y dedicarle el tiempo y la continuidad a la lectura en voz alta.

En este punto, son oportunas las palabras de María Teresa Andruetto, quien sostiene:
“Así, leer/escuchar/escribir es abrir para nosotros y para otros un camino de libertad. Pero no se trata de algo dado de una vez y para siempre sino de un camino, porque ya no es en un libro o en una acción sino en el tránsito en la precariedad de lo que está dejando de ser para convertirse en otra cosa, en ese río del tiempo que va de una palabra a otra, de un libro a otro, de un gesto a otro, donde se aprende y donde se enseña. Podemos ofrecer libros y diseñar estrategias de lectura, pero servirán de poco si desarticularnos la capacidad de disparar la letra, si desactivamos su cualidad de transformarnos, de incomodarnos, de hacernos pensar.” (pp. 112 -113)

La experiencia de taller
Sobre la experiencia de taller, la especialista francesa Michél Petit rescata:
“El arte de estos mediadores es ante todo un arte de la acogida, de la disponibilidad. Lo que me permitió continuar es esa mirada, es la escucha, es el hecho de que se interesen por uno, dice Mounir Haman, que participa en talleres de lectura en voz alta en el norte de Francia. Uno viene del colegio y lo consideran un niño. Vas a un taller y casi te dicen señor.” (p.164)
En este sentido, podemos sostener entonces, que en un espacio de taller se privilegia la horizontalidad y se valoran, entre otras cosas, que:
 todos se sientan con derecho a participar y que la palabra no sea siempre de los mismos,
 aquellos que participan naturalmente también puedan ocupar otros roles desde el silencio y la observación,
 que todos se expresen, de a poco y con sus tiempos, a medida que sientan la contención que el docente y sus pares ofrecen,
 se dejan de lado señalamientos del estilo “lee mal” o “ lee bien”,
 se establecen consignas tomadas como ejes, pero que no son cerradas, sino que en la interpretación y realización de las mismas se incentiva la creatividad del grupo.  

Qué leer
En este punto, nos parece oportuno hablar del recorrido lector, de los intereses de los estudiantes por unos textos u otros, de abordar diferentes géneros literarios y también textos informativos. Todo lo mencionado es válido para la reflexión y elección de diversos textos que se usen en un taller de lectura, pero queremos detenernos en la lectura de las producciones de los estudiantes. En la edición de Lecturas Situadas dedicada a la Escritura Creativa, hicimos hincapié en dichas producciones, ahora queremos volver a ellas, por considerarlas un material muy valioso para su lectura. Es verdad que hay una instancia que se escribe para uno, donde no necesariamente se desea mostrar lo escrito, y es respetable. Ahora bien, también es importante considerar otro momento, el de la mirada/escucha del otro sobre lo que hemos escrito, la necesidad que no quede encerrado en el papel eso que se escribió, tanto para leer cada uno su producción como para que otros la lean y el autor pueda escuchar cómo se siente, cómo le llegan sus propias palabras pronunciadas por las voces de sus pares y docentes. Incluir las producciones del grupo le da un valor agregado a la lectura, ese apropiarse del texto y poder decir sin inhibiciones: “esto escribí yo, me pertenece, es mi palabra”. Además, cuando un mediador lo lee, el propio estudiante/autor puede sentir cómo se modifica el texto y apreciar la belleza de su creación.

El encuentro con la lectura. Lo que cuentan los escritores
En el libro “El sentido de la Lectura”, Pradelli, presenta algunos ejemplos, como es el caso del escritor Antonio Dal Masetto que nació en Italia y siendo un preadolescente llegó a Argentina sin conocer el idioma. En esa etapa de la vida, en que se sentía solo y único con sus emociones propias de la edad y de sus circunstancias, el encuentro con los libros fue de vital importancia. Así lo relata:
“(...) Un día tomé un libro más de un estante de la biblioteca. No recuerdo el título, no recuerdo el autor, no recuerdo su nacionalidad, aunque estoy casi seguro de que era o alemán o ruso. Lo que sí recuerdo fue lo que ocurrió con la lectura. De pronto me encontré con que el autor contaba su propia historia cuando adolescente, y ese adolescente tenía aproximadamente mi edad, y sus conflictos secretos eran iguales a los míos, sentía lo mismo que yo, lo aquejaban las mismas dudas y los mismos desconciertos, se hacía las mismas preguntas, estaba imposibilitado de comunicarse. Y yo devoraba las páginas de aquel libro vaya a saber de dónde, traducido vaya a saber por quién, llegado a esa biblioteca de un pueblo de la llanura pampeana vaya a saber por qué caminos, y que ahora me estaba hablando a mí. Y fue como una iluminación, un acontecimiento extraordinario, porque ese texto, esas memorias, me estaban diciendo que en alguna parte había alguien similar a mí si había uno, entonces con seguridad habría otros. Y en la cabeza de aquel chico que yo era debió ir conformándose la sorprendente y reconfortante conclusión que podría resumirse más o menos así: entonces no estoy solo en el mundo.” (p. 44)

En ese mismo libro, Pradelli rescata también la voz del escritor uruguayo Galeano:
"Cuando le pregunté a Eduardo Galeano sobre alguna experiencia en relación a la lectura que reconozca como importante en su vida, él contesta sin demorarse: Estas palabras, que cantan los indios navajos me han acompañado desde que las descubrí, hace ya unos cuantos años, y mucho me han ayudado a caminar. Más no te explico porque hay cosas, me advierte Galeano, que se dicen callando. 

Quise, quiero, quisiera.
Que en belleza camine.
Que haya belleza delante de mí
y belleza detrás
y debajo
y encima
y que todo a mi alrededor haya belleza
a lo largo de un camino de belleza
que en belleza acabe.
(Canto de la noche, del pueblo navajo)." (p.118)
Por su parte, Michél Petit, al evocar lecturas en su libro “Una infancia en el país de los libros”, dice:
“Los libros sabían mucho de mí y de mis deseos más recónditos. Poseían incluso la extraña virtud de plegarse a los deseos de aquel que los abría, de expresar algo distinto para cada uno, aunque eso yo lo ignoraba:” (p. 19)

Propuesta para los talleres de lectura
Jugar con las palabras
Llenar de palabras el ambiente de trabajo, ya sea dentro de cajas de diversos tamaños o que cuelguen de móviles, palabras debajo de las sillas o dentro de los libros. En todo lugar se puede esconder una palabra. Se invita a los estudiantes a:
 Encontrar y leer la palabra según una indicación dada. Por ejemplo:

Lluvia (se repite imitando el sonido de las gotas sobre el vidrio)
Dulce de leche (se dice como saboreándolo)
Los demás imitan. Inmediatamente continúa otro leyendo la palabra que halló y así sucesivamente.
 Trabajar en parejas o en pequeños grupos. Se sugiere a un compañero una palabra y de qué manera decirla. Luego se cambian los roles.
 Hacer una ronda y decir palabras según indicaciones. Por ejemplo: palabras que sean difíciles de pronunciar, que recuerden a las vacaciones, que den hambre, que comiencen con la última letra de la que dijo el compañero que antecede, etc.
 Jugar con la poesía de Rodari y hacer listas de palabras para vender, hacer cosquillas, amar, hacer ruido, etc.
 Jugar a la búsqueda del tesoro. Los tesoros pueden ser palabras sueltas o que están dentro de fragmentos de poesías. Al encontrarlas, leerlas de diversas maneras, las que se han sugerido u otras.
 Incorporar el cuerpo en la lectura. Por ejemplo, decir la palabra imitando la forma de lo nombrado (silla, elefante, nube); o acompañar con el cuerpo una emoción, idea, es decir algo más abstracto, que no subraye con el movimiento sino que dé a entender, sugiera. Decir la palabra acompañando con palmas, girando, saltando, etc.

En términos generales la dinámica de estos juegos consiste en que se pronuncien variedad de palabras y cambien las formas de expresarse usando la voz y el cuerpo. Es importante luego de estas experiencias dar el tiempo para que el grupo pueda manifestarse, reflexionar sobre lo sucedido oralmente o por escrito.

Se puede concluir leyendo un texto sobre las palabras, por ejemplo el mencionado de Gianni Rodari:
Tenemos palabras para vender,
palabras para comprar,
palabras para hacer palabras.
Busquemos juntos palabras para pensar.
Tenemos palabras para fingir,
palabras para lastimar,
palabras para hacer cosquillas.
Busquemos juntos palabras para amar.
Tenemos palabras para llorar,
palabras para callar,
palabras para hacer ruido.
Busquemos juntos palabras para hablar.
Grabar
Grabar lecturas que se realizan en forma grupal o individual, es una vivencia que puede ser utilizada para diversas actividades, por ejemplo:
 Escuchar la propia voz y la de los compañeros.
 Hacer una autoevaluación de lo leído.
 Incorporar esas grabaciones a un programa radial.
 Realizar videos incorporando imágenes que acompañen la lectura.

Coros poéticos
Poesías, jitanjáforas, letras de canciones, trabalenguas, etc, son apropiados para jugar con la musicalidad de las palabras. Una actividad posible es armar coros, dividiendo al grupo en subgrupos. Posibles juegos:
 Una parte del grupo dice una estrofa, luego continúan otros y así sucesivamente. Hay estrofas que pueden recitarlas todos a la vez.
 Elegir palabras o versos que algunos repiten, mientras los demás avanzan en el recitado de todo el texto.

Música y textos
Acompañar la lectura con instrumentos musicales. Éstos a su vez pueden ser realizados por los estudiantes y coordinar la acción con el profesor/a de música.
Juego corporal y lectura
Algunas ideas de las tantas posibles maneras de vincular lectura y movimiento:
Entregar papeles con las siguientes inscripciones:
“Chu-cuchú”
“chequechica”
“cinco pesos/poca plata”
“cuentouncuento”
“Mecontaronytecuento”
Cada uno memoriza el texto que le fue asignado.
Luego, la invitación es a:
 mover un brazo, el otro, las piernas, la cabeza… a un ritmo que cada uno elija.
 agruparse de a dos, sumando el movimiento de uno al del otro.
 unirse de a cuatro y así hasta que queden armados dos grandes grupos, moviéndose todos a un ritmo, siguiendo indicaciones del docente, por ejemplo: hacia la derecha, a la izquierda, adelante, en diagonal, lentamente, etc.
 incorporar la frase que a cada uno le tocó y decirla al compás del movimiento.
 soltar la voz, todos al mismo tiempo los que tienen la misma frase, luego todos juntos y que “la máquina” no deje de moverse.
 finalmente “la máquina” se detiene y mientras descansan lee el cuento de Laura Devetach, “Cuento un cuento.”, donde están las frases dichas que, al decir de la autora, son el lenguaje de las ruedas del tren.

Y el tren sigue andando y en sus vagones se suben otras variantes:
 Combinar la lectura del cuento con la representación corporal del tren por parte de los estudiantes, y dirán las frases en el momento preciso.
 Detener el tren en alguna estación, todos bajan y encuentran valijas, ¿qué hay?, por ejemplo fragmentos de textos donde se describen paisajes. Todos escuchan la descripción, pueden cerrar los ojos e imaginar lo que escuchan.

Lectura y representación
Leer un cuento o poesía mientras se representa lo que se escucha, de manera espontánea, sin haber escuchado antes el texto. No se trata (como en el teatro) que se distribuyan los personajes, sino que todos representan la totalidad de la historia y al mismo tiempo.
La novela
El espacio del taller puede ser utilizado para abordar diversos géneros literarios. En el caso de la novela, en cada encuentro se pueden leer uno o dos capítulos.
En el siguiente encuentro se recuerdan los capítulos leídos, un intercambio oral donde se realicen preguntas de lo leído y otras para anticiparse, tales como: ¿qué les parece que hizo tal personaje?, ¿cómo continúa la historia?, ¿cómo continuó el diálogo?, etc.
Con la novela o alguno de sus capítulos se puede:
 adaptar al género dramático y hacer la representación.
 realizar una fotonovela: un vestuario sencillo, ambientación acorde y sacar fotos de diferentes escenas de la novela. Imprimir las fotos y escribir los textos.

Teatro Leído
Abordar el teatro leído en un taller de lectura permite la participación de todo el grupo, aplicar juegos de voces, intercambio de roles, memorización de la letra, incluir elementos del teatro de representación y muchas otras variables que -además de ser ideal para la lectura expresiva- hacen a la interrelación grupal.
Para ampliar sobre cómo trabajar el texto teatral se puede recurrir a Lecturas Situadas “Teatro en la escuela: la expresión de todos los sentidos”. 

Lectura de los propios textos y de las producciones de los compañeros
Leer textos sin mencionar quién lo escribió y que el grupo juegue a adivinar el autor. Es un intercambio que sirve también para conocerse más y entender el valor universal de algunos sentimientos.
Todas las propuestas que hemos dado para realizar con textos de autores son perfectamente aplicables para las producciones de los estudiantes, ya sea grabar, juegos poéticos, puesta en escena de los mismos, entre otros.
Programa radial
La preparación de un programa de radio puede ser parte del taller de lectura o como cierre de éste. Algunos aspectos a tener en cuenta:
 Escuchar diversos programas radiales y extraer sus características.
 Elegir la temática a tratar.
 Elaborar un guión.
 Buscar información, entrevistas, elaboración de propagandas, cortina musical que identifique al programa, etc.
 Ensayar el programa con los compañeros del taller de lectura.
 Presentar el programa al resto de la escuela. Una sugerencia es hacerlo durante los recreos, para que los compañeros de otros cursos escuchen y participen con un sistema de preguntas y respuestas.

A modo de cierre
Respiremos. En medio del bullicio, de los contenidos, en medio de la clase y el recreo. Justo ahí, ubiquemos ese espacio-tiempo de encuentros de creación, de lecturas y escritura y viceversa. De expresiones que se sueltan en el papel y de ahí saltan a la voz. Entre una y otra acción, respiremos. Como bellamente lo expresa el poema de Roberto Juarroz que compartimos:
Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.
Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.
Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.
Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.
Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.
Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre.

En esta edición, además, queremos recomendarles la serie Susurros y Altavoz, que se emite en Canal Encuentro. Un taller de lectura y escritura de la mano de la escritora Ruth Kaufman.


Como en cada edición de Lecturas Situadas, quedan invitados a compartir las experiencias realizadas.
Nuestro correo: consultasplanlecturaba@gmail.com