Hace poco más de dos siglos
nuestro país comenzaba su historia como Nación independiente y soberana. A
menudo, cuando nos referimos a los acontecimientos históricos, éstos suelen
parecernos lejanos y distantes, sin embargo, al recordar las circunstancias que
rodearon los sucesos de 1816, tal vez podamos encontrar un punto en común con
nuestra realidad actual.
Recordemos que en 1816, nuestro país
no pasaba por un buen momento ni en lo económico, ni en lo político. Por otra
parte, existía la amenaza permanente de una mayor penetración de tropas
españolas que luchaban por mantener su poder. Güemes apenas lograba controlar
los ejércitos hispanos que avanzaban en el norte del país.
También existían conflictos
internos porque no se llegaba a un consenso respecto del sistema político que
se debería que implementar. Pero sin embargo, pese a los numerosos desacuerdos
y a todos los inconvenientes, los congresistas reunidos en Tucumán, optaron por
declarar solemnemente la independencia respecto de España.
La mañana del 9 de julio de 1816,
cuando Juan José Paso, luego de leer la proposición de un clima de gran
expectativa, preguntó a los diputados si deseaban que las provincias de la
Unión conformaran una nación libre e independiente de los reyes de España, los
congresistas, más allá de los desacuerdo, respondieron afirmativamente con una
aclamación cerrada y luego, individualmente, ratificaron la aprobación.
Este consenso unánime respecto a
la declaración de la independencia, nos hace reflexionar respecto a la valentía
que tuvieron los protagonistas de la historia para hacer frente a sus diferencias
personales y a las dificultades que se les presentaban.
¿Qué enseñanzas nos deja a los
hombres que construyeron nuestro pasado?
Han transcurrido 198 años desde
que sucedieron estos acontecimientos y todavía escuchamos decir que somos una
nación joven que intenta constituirse a si misma.
Lejos estamos de haber alcanzado
la madurez necesaria para que todos los habitantes de nuestro país puedan vivir
con dignidad y de alcanzar el modelo de nación que anhelamos. Pero es fácil
responsabilizar a otros de nuestro destino, pensemos al menos por un momento
que cada uno de nosotros somos responsables y protagonistas del presente y
futuro del país. La historia nola hacen solamente los próceres sino también las
personas comunes, como cada uno de nosotros.
Aún estamos a tiempo de revisar
nuestras actitudes cotidianas y ser verdaderamente libres.
Emulando la valentía de aquellos
que decidieron cortar lazos con España para ser responsables de una historia
independiente, podríamos asumir verdaderamente nuestro propio destino y
construir un país solidario, más honesto, más responsable y justo. Porque la
Patria es algo más que un concepto abstracto, es algo que creamos día a día
entre todos.