El Equipo Directivo de esta Escuela, atento a las
trágicas y, al mismo tiempo, decisivas circunstancias por las que
atraviesan las escuelas del distrito de Moreno y las de toda la
Provincia de Buenos Aires, desea subrayar, para toda la comunidad, lo que ya ha expresado en reiteradas oportunidades,
esto es, su total convencimiento de que se ha arribado a una situación
límite cuya superación exige una única y precisa solución: la
recuperación concreta y total de las condiciones de seguridad y dignidad para la actividad educativa institucional de nuestro partido y de todo el Estado provincial.
Como nadie
puede desconocer, la inaudita pérdida de vidas humanas que arrojó el
sacrificio de Sandra y Rubén no ha resultado sino el desenlace tantas
veces advertido por un entorno laboral insostenible, que sólo el
compromiso y la abnegación de tantos docentes pudieron sobrellevar. El
grueso de las escuelas públicas ha funcionado durante décadas, con
algunos matices cercanos a lo imperceptible, a pesar de su
infraestructura edilicia devastada y de la virtual ausencia logística y
presupuestaria del Estado. Las comunidades educativas soportaron todo el
peso de la continuidad de las actividades y lo que debió ser
responsabilidad estatal imprescriptible hubo de ser reemplazado por la
voluntad, la paciencia, el riesgo, la solidaridad y hasta la caridad de
sus actores directos. La muerte de Sandra y Rubén ha arrojado sobre
estas comunidades la escabrosa certeza de que la prioridad absoluta del
mandato educativo, esto es, la inclusión y el conocimiento, está siendo interpelada por la necesidad de sobrevivir.
Sin embargo,
es tiempo de desnaturalizar perentoriamente la rutina de enseñar y
aprender poniendo en riesgo la integridad física y psicológica. Es
tiempo de replantear consistentemente las condiciones básicas e
irrenunciables para el ejercicio profesional docente y el derecho a
estudiar. Se trata, a todas luces, de un punto de inflexión, una
encrucijada cuya superación no deberá ser otra que la del alcance de un
ámbito plausible y perdurable de trabajo y estudio. Un giro copernicano
en el mantenimiento y provisión de los edificios escolares.
No es posible considerar otra alternativa. A decir verdad, la infraestructura escolar no
es más que un insumo básico, elemental, imprescindible; un peldaño para
alcanzar lo que debe abandonar definitivamente el campo de las utopías
para convertirse en una realidad concreta: la calidad educativa.
NO MÁS AJUSTE EN EL SISTEMA EDUCATIVO
JUSTICIA POR SANDRA Y RUBÉN